Estaba en una
colina nevada, veía un grupo de personas bajando por ella, el hombre que era su verdadero padre, estaba más
joven, viajaba en un trineo pequeño, en sus brazos llevaba un bebé de alrededor
de un año, a su lado dos hermosas y
jóvenes mujeres, detrás a cierta distancia, un grupo de hombres con trajes
blancos y Skies lanzándole pequeñas esferas luminosas salidas de sus manos, en
la ladera de la colina estaba un pueblo desolado, se ocultaron en una de las
casas, sin embargo los hombres los estaban cercando.
-Debes llevarte a
ambas a un lugar seguro, sobre todo a Nadia, no debe caer en sus manos, los
distraeré para que puedan escapar, - lo besó en los labios y caminó
sigilosamente hacia la casa vecina, mientras el hombre, la segunda mujer y la
bebé caminaron en rumbo opuesto. Al escuchar el alboroto al tratar de
atraparla, el grupo consigue escapar a penas, silenciosamente lograron llegar a
la localidad vecina, en donde tomaron un bus para llegar a una ciudad más
poblada, en donde esperaron a ser rescatados.
En la ciudad, el
hombre se colocó en contacto con su hermano, había decidido que no quería
arriesgar más a su hija a los peligros. Después de dejar a la niña, regresó a
buscar a Nadia en donde la dejó oculta, pero no
la encontró, cuando lo rescataron trataron de rastrear a la mujer, pero
sin resultado.
Desperté sudorosa,
como si realmente hubiera estado corriendo y
sentía una aflicción en el pecho, me vestí la bata sobre el pijama,
necesitaba tomar aire, refrescarme, caminé hasta el patio, el sueño fue tan
vivido, casi real; mirar el jardín me
relajaba, la luna lucía grande y hermosa sobre el pequeño bosque, aunque sentía
no estar sola, miraba el cielo, ese lugar me hacía sentir especial y única.
-Eres única y
especial, - escuché una voz que llegó desde el bosque – aunque tú no lo sabes,
eres única como cada uno de nosotros – antes de ver quien era, ya sentía la
conocida calidez en el pecho, lo que me indicó la llegada de mi padre, aún no
me acostumbro a decirle así – sé que tienes muchas preguntas, te vuelvo a pedir
que me acompañes, por favor – extendió
el brazo para ofrecerme su mano, ahora sentía que debía hacerlo, sentía una
confianza que me era inexplicable, tomé su mano a modo de aceptación, al tomar
su mano, una luz nos envolvió y sentí que flotaba, miré mis pies, si, realmente
estaba flotando, me asusté, por lo que me aferré con fuerza al brazo, como
respuesta él me acarició la mano, todo ocurría igual que en mis sueños, miré
desde donde provenía la luz, no había nada, hasta que la luz se hizo
generalizada, ya no estaba en el jardín, sino que en una habitación clara, no
sabía definirla si era blanca o un tono más claro que el beige, al costado derecho habían unas
cápsulas transparente que eran desde el
piso hasta casi llegar al techo de la sala, en el centro del cuarto, unas cajas
lisas que parecían ser plásticas, en las paredes habían ventanas que parecían
transparentes, pero sin vista al exterior, tenían simbolos mezclados entre
líneas rectas y curvas, aunque lo que más me llamó la atención fue ver a la
mujer que estaba parada a mi izquierda, era como verme en un espejo, su
contextura delgada, su rostro más blanco y pálido que el mío, ojos semi
orientales oscuros rodeados de pestañas largas y crespas, naríz pequeña y
respingada, su rostro era dulce, suave y tal como lo recordaba del sueño de esa
noche.
-Te he esperado por
mucho tiempo, hija querida – dijo la mujer al abrir sus brazos a modo de invitación, me recorrió la calidez conocida
que me obligó a refugiarme en esos brazos, fue tan emotivo que no pude evitar
llorar al sentir esa calidez tan especial que sentía cada vez que estaba con
mis verdaderos padres.
No podía creerlo,
me sentía confundida, no sabía como enfrentar esta situación, me sentía
dividida, aún más al enterarme del secreto de mi origen, tenía que
tranquilizarme y mirar las cosas desde una perspectiva externa. Estaba con esos
pensamientos, cuando sentí la presencia de Matt, él entró en la cocina, abrió
el refrigerador, sirvió algún líquido en un vaso, luego se fue en silencio, yo
no lo miré, ya que estaba ocupada limpiando la parte baja del mueble tipo
americano, por lo que tenía la mitad del cuerpo dentro del mueble, algo me
tenía intranquila, no sabía que era, lo escuché salir, pero sentía que aún
estaba en la cocina, cuando creí que no aguantaría más, él me preguntó:
-¿Qué haces ahí?
-Estoy jugando al
escondite – respondí enojada, es que este hombre era ciego o tonto que me hacía
esa pregunta tan tonta - ¿por qué me pregunta, quiere participar?
-Oh, no, no, yo
paso, gracias, estoy muy bien aquí – algo en su tono de voz me alertó aún más
sobre mis dudas, iba a continuar con su labor, tenía que saber qué estaba
pasando, salí del mueble, al mirar hacia la puerta de la cocina él estaba
sentado en la esquina del mueble que estaba frente del que estaba limpiando, me
miraba pícaramente, tomó el último sorbo de jugo del vaso, de un salto bajó del
mueble, antes de salir de la cocina dijo – la vista desde aquí era muy
interesante, sería tonto participar – .
-Matthew Hollinger,
eres un descarado sinvergüenza – le dije furiosa, mientras él lanzaba
carcajadas.
-Lo sé, y no pienso
cambiar – al verlo salir tan campante, riéndose de mi, enojada lo imaginé
sentado en un charco de lodo.
-Te quiero ver
sentado en el barro, para reírme a gusto. – Aún no terminaba la frase cuando
escuché que la risa de Matt se transformaba en una exclamación, corrí para ver
la escena, el hombre estaba sentado al lado de un rosal, sentado en medio de un
charco no muy grande, pero lo suficiente para ensuciarlo.
-Vaya, por lo que
veo, cayó en el representante tangible de lo que tiene en su cerebro – le dije
en forma seria para luego soltar la carcajada.
-Ríe todo lo que
quieras, que así nos toca, después no te quejes – sentenció él, en eso llegó
don Erasmo muy afligido.
-Lo siento señor,
creí haber guardado la manguera, no sé qué ocurrió, le ofrezco mis dis…
-No te preocupes,
me ducho, cambio de ropa, asunto olvidado, - mientras yo miraba el cielo como
viendo una mosca volar, sabía que sería amonestada por esto, pero nada me
quitaría el gusto de la escena antes vista, al bajar la cabeza y mirar a Matt,
me regresó un ataque de risa, él me miró enojado, se levantó dignamente y entró
en la cocina.
-Dariselle, ven
inmediatamente al bosque,- escuché a mi madre llamarme.
-Ups, llegó mi
hora,- haciendo saludo militar – si, señora.
-No seas
irrespetuosa y camina.
-Ya voy, pero no se
enoje – imité los gestos de un conocido
cómico de la televisión – es que no me tienen paciencia – caminé hacia el
bosque, mientras miraba al pobre de don Erasmo, quien aún trataba de explicarse
lo sucedido.
Dos horas más
tarde, mientras ultimaba los detalles de la limpieza de la cocina, Dariselle
pensaba en la discusión con su madre, parecía oírla.
-Te advertimos que
no jugaras con tus dones, debe permanecer en secreto, ningún ser humano debe
conocerlos, ya que sería peligroso.
-Pero si era sólo
una broma, no es para tanto.
-Ah, sí, fue una
broma, pero ese tipo de bromas puede salir de tus manos, y puede terminar en
tragedia, recuerda que aún no conoces
hasta donde puedes llegar.
-Ya, ya entendí… el
mensaje, no tienes para qué seguir dándole a la misma canción.
-Si entendiste,
espero no vuelvas a comportarte como una niña caprichosa y mimada – esas
palabras me dolieron mucho.
-Puedes llamarme
caprichosa, pero… pero mimada, tengo curiosidad por saber ¿por quién fui
mimada?, tal vez por ustedes o por mis padres adoptivos – le dije irónicamente.
-Lo siento, esa fue
la única solución.
-¿por qué no me
buscaron después? – le pregunté.
-Porque ya eras
parte de este mundo, ya tenías una vida, no podíamos alterar eso.
-He visto por
televisión reportajes de personas que son raptadas, y no todas regresan.
-No somos la única
civilización que visita la Tierra, te lo aseguro, como somos exploradores,
tratamos que eso no ocurra, por eso hay un tratado entre nosotros de que
ninguno se aproveche de los habitantes de este planeta, y otros como ustedes;
en cuanto a los que son raptados y no regresan, permíteme decirte que no sólo
los viajeros son de este tiempo, en tal caso tenemos leyes que rigen esas
situaciones.