sábado, 5 de mayo de 2012

5.- EL DESPERTAR...

Estaba preocupada, hacía una semana que me despertaba cansada, dormía toda la noche, aún así era como si recién me hubiese acostado a dormir, ni siquiera recordaba lo que había soñado, aunque mi día estaba recién comenzando, la señora Hellen se refirió a mi cansancio y sugirió que tendría que ver médico o buscar una reemplazo para poder tomarme las vacaciones que tenía acumuladas, ya que no quería tomarlas desde que entré a trabajar con ellos, a causa de mis reclamos, pactamos que serían dos semanas.


A mediados de la semana siguiente, comencé a recobrar mis fuerza, incluso tenía más ánimo, era como si tomara una de esas bebidas energéticas, lo curioso es que lo más fuerte que tomo es café de grano. Esa tarde recibí la llamada que tanto evitaba, seguro que Melisa le dijo a mi padre donde encontrarme, me ordenó ir a su casa el sábado por la tarde, era importante mi presencia, si el gran empresario se molestó en llamarme, tenía que serlo, antes no me preguntaba ni la hora, menos cuando me fui de su casa, y ahora me llamaba para una reunión ¿qué estaría pasando?, su voz seria sonaba algo ¿preocupado?, lo saqué de mi cabeza haciendo los quehaceres de la casa, en cuanto llegó la señora, hablé con ella, no había problema.

Caminaba rumbo a casa de mi padre, sentía el estómago vacío, que luego se transformó en nerviosismo, era tanto que llegué a imaginarme cosas, a mi lado una señora hablaba por teléfono celular, la imaginé en una cocina con dos niños riendo y comiendo galletas; al mirar a una joven que pasaba en sentido contrario, la imaginé estrangulando a una mujer y haciéndola tragarse una hoja de papel, pero lo peor fue cuando miré a un hombre que me observaba, lo imaginé besándome y sacándome la ropa, era asqueroso, por lo que me decidí a no mirar a nadie más, solo baje la cabeza y caminé hasta llegar a mi destino, mientras pensaba en las tonterías que imaginé. La puerta la abrió el mayordomo, me avisó que me esperaban en la biblioteca, antes de llegar apareció Sofía, con cara de satisfacción, me dijo que no me estuviera muy cómoda, ya quela conversación sería corta, aunque lo que más me sorprendió fue imaginarla riendo y festejando que por fin no sería yo un problema para ella, que me sacaba humillada de la casa, sentí que era suficiente, por lo que seguí mi camino ignorándola como siempre.

Al entrar en la sala, recordé las veces que me llamaba por algún problema, al abrir la gran puerta roja y tallada, como siempre mi padre estaba sentado detrás del gran escritorio, con sus lentes para leer revisaba unos documentos, por lo que no me miró entrar, mientras me acercaba a la silla frente a él, escuché toser a alguien en el sentido opuesto de la sala, al mirar, un hombre, aunque más joven, era muy parecido a mi padre, al continuar y sentarme en la silla, por fin levantó la cabeza y al mirarme, las imágenes comenzaron como una película en escenas, el hombre más joven tenía en brazos una pequeña de casi un año la cual colocaba en los brazos de mi padre, mientras le decía que la criara como suya, sentí que un frío recorría todo mi cuerpo, muchas veces Sofía me lo dijo, pero no le presté importancia, era verdad, por ello es que nunca me quiso.

-No soy tu hija – le grité, - tu mujer me lo dijo muchas veces, creí que hablaba por el odio que me tiene – traté de hablar calmada, pero todo me superó, los recuerdos de mi vida solitaria me atacaron, con voz calma le dije – ahora podrás ser feliz con tu familia y desligarte de mi sin culpa, - sin mirar a nadie salí de esa casa, corrí como escapando, sólo quería olvidar a todos en esa casa, era como si ahora toda mi vida desaparece ante mis ojos, cuando la angustia se transformó en cansancio, me senté en una banca de una plaza cercana y comencé a llorar, como si todos esos años de soledad y tristeza quisieran brotar de mi con toda su fuerza y dejarme vacía, caminé sin ver hacia donde iba, pensaba en los años que viví con ellos y nunca mostraron ni un ápice de cariño, realmente para ellos era una carga que no querían llevar. Estaba anocheciendo cuando regresé a mi trabajo, entré por la puerta trasera para que nadie me viera, nadie estaba en la casa, por lo que me acosté, estaba tan cansada que dormí enseguida.

Al día siguiente, desperté cansada y con el cuerpo pesado, lo oculté fingiendo estar muy jovial, era una estrategia que aprendí en la adolescencia, ahora tenía veinticinco años, estaba sola, sin ninguna idea de lo que haría con mi vida, en la noche mientras me preparaba para dormir, deicdí que sería la última vez que pensaría en lo que fue. Recordé que todo me lo mandaba a decir con Sofía, la que aprovechaba el tiempo para recordarme que esta casa estaba a su nombre, que yo era una recogida y que tenía que agradecer el tener un techo donde vivir, pagando con ayudar a las empleadas de la casa, como era floja y sin belleza, que me sirva para conseguir un hombre que me mantenga, tenía que aprender a trabajar, y tenía que terminar la secundaria, la universidad tenia que pagarla yo. Empeoro cuando egresé del colegio, trabajaba y después debía llegar a ayudar en la casa, pasado cinco meses estaba agotada, el día de mi descanso me quedé dormida, después de un sermón de ser desagradecida, me ordenó sacar las cosas de mi dormitorio y dejarlos en el último de los del area de servicio. Un sábado quise salir a bailar, no me lo permitieron, pero salí igual, al otro día desperté tarde, no tenía electricidad en el dormitorio, me vestí y al salir del cuarto, las empleadas me dicen que no comería nada hasta que terminara de hacer lo que me correspondía, órdenes de la mujer de mi padre, me mandaron al supermercado por las cosas de la semana, ahí conocí una señora llamada Ana, quien trabajaba como empleada en casa de una familia extranjera, le pregunté si existía la posibilidad de trabajar con ella, prometió consultar y llamarme por teléfono para darme una respuesta, como me demoré en el supermercado, fui insultada tanto por la madre como la hija, estaba cansada, en el trabajo que tenía no ganaba mucho dinero, por lo que no me alcanzaba para ir a vivir sola, por ello no podía hacer nada hasta tener un trabajo mejor pagado. Al siguiente día, salía de la cocina preparada para irme a trabajar, casi tropiezo con Melisa, quien me mira de pies a cabeza.


-Eres una vergüenza para nuestra familia, aparte de sin gracia, trabajas como una mísera vendedora de perfumes – me dijo mostrando todo su desprecio – no deberías seguir viviendo aquí en nuestra casa, sobras y nos desprestigias, - salió rumbo a la biblioteca, que era donde estaba mi padre todas las mañanas, en esa época ella tenía quince años, pero mostraba que sería igual a su madre, no sabía cuánto tiempo podría soportar esta situación, con mi padre no contaba porque hacía lo que Sofía le pidiera, pensando en esto caminaba rumbo a la calle para tomar un bus, encontré a la madre de Melisa.

-Dariselle, como veo que estas teniendo tiempo para hacer toda tu labor en casa, tendrás que levantarte más temprano para dejar avanzado y en la tarde terminar – me hablaba como si fue una de sus empleadas a quienes pagaba por trabajar – entiende, como no te pido que aportes dinero, tu forma de agradecer el tenerte en mi casa es con tu trabajo, - siguió caminando por el jardín, con esto me quedó claro que ella quería era que me fuera de la casa, ya era tiempo de vivir tranquila. Esa tarde, mientras planchaba la ropa de la familia que había lavado la tarde anterior, me avisaron de una llamada, era la señora Ana, me pedía que fuera al día siguiente temprano a una dirección que me dictó, me sentía optimista, sabía que llegaría tarde a mi trabajo, pero sospechaba que iría solo a presentar mi renuncia, después de eso seguí planchando, me sentía feliz y ansiosa, muy rápido tenía todo planchado.

Desperté a las ocho, no alcanzo a hacer nada, al llegar al baño, estaba con llave la puerta, fui a la cocina a preguntar qué pasaba, todos bajaron la cabeza, entonces entendí que me había quedado dormida y no tenía derecho a usarlo, me cambié de ropa y me lavé la cara y las manos en el lavaplatos, salí rumbo a la entrevista. A eso de las diez llegué al trabajo para presentar mi renuncia, dos días después comenzaba a trabajar con la señora Ana, decidí no decir nada a nadie, después de todo no tenía amigos a quien contarle, al día siguiente fue como el anterior, no pude usar el baño, pero tuve la precaución de ducharme el día anterior en la noche, por lo que en la mañana siguiente me preocupe de preparar mis bolsos con ropa y los escondí bajo la cama, fui a mi antiguo trabajo por mi liquidación, con ella en la mano, volví a casa de mi padre en silencio y terminé de empacar todo, seguí todo normal, volví a ducharme en la noche, por lo que en la mañana a las seis y treinta me vestí, y salí de casa de mi padre para no regresar hasta el día en que fui a conversar con él. Tiempo después conocí a Andrés, era muy agradable, atractivo y me encantaba como me trataba, primer chico con el que salía, íbamos al cine, a bailar y muchos otros lugares, era muy divertido, llevábamos como tres meses, un sábado quedamos en salir a bailar, pero me sentí enferma, por lo que lo llame para avisarle que no podría salir ese día, me contestó su hermana.

-Buenas tardes, ¿Podría hablar con Andrés, por favor? – saludé.

-Buenas tardes, ¿Quién lo llama? – me respondió.

-Dariselle, tú debes ser su hermana.

-Perdón, ¿Quién le dijo eso?

-El dijo que vivía con su hermana…

-Va a ver ese desgraciado, llevamos tres años viviendo juntos, ¿para qué lo llamas?

-Quedamos en salir hoy, quería avisarle que no podré hacerlo, no le diga nada, - me sentía furiosa con él, - disculpe las molestias y … - escuche la voz de Andrés al otro lado de la línea, preguntaba con quien hablaba, la mujer molesta lo insultaba y le decía que su amante lo llamaba para cancelar la cita, no me interesaba seguir escuchando la discusión, por lo que corté la llamada y decidí que no quería saber de nadie y no volví a salir de casa en mis días de descanso, al año y medio de trabajar ahí, la señora Ana sufrió una caída en la escalera que da al jardín, como superaba los cincuenta años, fue grave, por lo que se fue a vivir a casa de su hija y vivir de su jubilación anticipada, quedando sola a cargo de la casa, aunque es grande, la mantención es fácil, de eso van año y medio. Esa era la vida que llevé, ahora comenzaba de nuevo, por lo que no volvería a llorar por esto y comenzaría a preocuparme de mi vida y lo que haría con ella. Con ese pensamiento me quede dormida.


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