Al sentir sus labios y la exigencia al besarme, fue lo que me hizo reaccionar, un frío recorrió mi cuerpo, no estaba soñando, debía escapar, esto no era lo que debía suceder, lo comencé a empujarlo, pero debí aplicar toda mi fuerza, ya que no me soltaba, aún cuando se lo pedía, parecía no escucharme, en cuanto lo logré, salí corriendo a la seguridad de mi cuarto.
Todo me daba vueltas, además de que me dolía el estómago de los nervios, aún no lograba aclarar mis ideas, tenía que dormir, así podría refrescar mi mente y pensar con claridad, temblorosa y llorosa me recosté en la cama, sentía quehabía sido robado o profanado, cuando me calmé un poco, entendí que lo profanado fue el recuerdo de esos sueños que me acompañaron en los momentos más dificiles de mi vida.
Cuando tenía once años de edad mi madre murió en un accidente automovilistico, la noche anterior a irme a vivir a casa de mi padre, no conseguía dormir, me sentía tan sola, temerosa de todo, aunque mi madre no se comportó como tal, más preocupada de mantener su belleza y lozanía, acomplejada por el abandono de mi padre, quien se fue con una muchacha joven que llegó como nana a nuestra casa y salió embarazada de dos meses, después de varias cirugías, aún lucía hermosa, pero siempre encontraba algún defecto que corregir con otra. Estaba en esos pensamientos cuando me quedé dormida; recuerdo que estaba al lado de un joven de unos dieciocho años, también lloraba la muerte de su madre,como algo natural nos abrazamos y consolamos mutuamente de nuestra soledad.
- Estoy sola en este mundo,- recuerdo decirle.
- Yo también lo estoy, mi padre murió cuando era bebé, por lo que tampoco lo conocí, y ahora mi madre, ¿quieres ser mi familia?- me respondió, pero de sus labios no salió ninguna palabra.
-Si, - le respondí emocionada, sentía que él llenaba mi corazón,que nada más importaba- cuando grande me casaré contigo, y nunca nos separaremos,- queria que le quedara claro la seriedad de mis palabras por lo que lomiré muy seria.
- por supuesto, juntos para siempre,- dijo sonriendo, me abrazó con fuerza, su calor me dio la seguridad de estaren casa, una bruma nos envolvió, no entendía lo que me decía, lo último fue algo como - no me olvides, te buscaré y seremos felices.- Antes de despertar tenía la sensación de flotar, aunque desperté llorando, siempre recordé el calor de suabrazo, cuando me sentía triste lo recordaba y volvía a sonreir.
La segunda vez que lo soñé, fue exactamente como esta noche, sólo que yo tenía como veinte años, y él ya no era ese jovencito inseguro, al mirarme en ese sueño, vi la ternura y alegría al verme, al despertar me sentía feliz de verlo a pesar de ser un sueño.
Por ahora debía pensar como disculparme, no podía llegar y decirle que me equivoqué de persona, me autorecriminé enojada en voz alta, como aún lo hago cuando me siento nerviosa.
-No, no creo que lo entienda, estoy en un gran problema,- lo que empeoró cuando recordé que llevaba en las manos mi novela, el vacío en el estómago creció como si fuera un hoyo negro en el espacio; como siempre en mi mente apareció un refrán que decía.
"Si no tiene solusión, para qué te preocupas, y si lo tiene, para qué te preocupas, deicidí dormir.
Un poco atontada traté de apagar el despertador, me sentía cansada y con la misma sensación de cuando vivía en casa de mi padre, era entre temor e insertidumbre, ya que mi madrastra me recordaba mucho a las de los cuentos de niños, otro día seguía pensando en todo esto, por ahora tenía que levantarme y atender a las personas de la casa.
- A mal paso, darle prisa,- dije en voz alta y decidida me levanté, aunque sentía que el valor se quedó en el uniforme que usé el día anterior.
Como siempre, eran las ocho de la mañana y ya tenía todo el desayuno listo para servir, porque la señora Hellen se levantaba temprano para iniciar su rutina de la casa antes de ir al gimnasio.
Quince minutos después la señora entraba en la cocina, tenía poco más de cuarenta años y era muy hermosa, aunque usaba traje de ejercicios y su cabello rubio recogido en una cola lucía muy elegante.
Como siempre, eran las ocho de la mañana y ya tenía todo el desayuno listo para servir, porque la señora Hellen se levantaba temprano para iniciar su rutina de la casa antes de ir al gimnasio.
Quince minutos después la señora entraba en la cocina, tenía poco más de cuarenta años y era muy hermosa, aunque usaba traje de ejercicios y su cabello rubio recogido en una cola lucía muy elegante.
- Dariselle, agradecería llevaras el desayuno a mi sobrino a eso de las diez de la mañana, no creo que despierte antes,-agregó- ayer fue un día muy agitado para él, tanto en el viaje como la recepción.
Diez minutos antes de la hora indicada, subí la escalera con una bandeja con un desayuno estilo americano, golpeé la puerta, como no obtuve respuesta, supuse que aún dormía, entré despacio tratando de no hacer ruido, entré y dejé la bandeja sobre la mesa cerca del ventanal que daba al jardín trasero, una voz a mi espalda me hizo saltar.
- ¿Vienes a despertarme como anoche?- mi estómago me estaba matando de los nervios, aprete los ojos, la mandíbula, antes de enfrentarlo adopté le pose que aprendí tras años de práctica frente a mi madrastra.
- La señora me ordenó traerle el desayuno a esta hora,- dije con tono profesional,- si necesita algo más, estaré en la cocina,- dicho esto, caminé hacia la puerta, tratando de mantener la compostura- con su permiso.
- Espera un momento, olvidastes esto anoche,- extendió el brazo con el cuaderno en la mano, lo miré disimuladamente, me seguía el juego, su sonrisa irónica hizo que me decidiera a mirarlo directo a los ojos, sentí algo en el pecho, lo amaba, era mi realidad, desde la primera vez que lo ví cuando niña, oculté ese sentimiento muy en el fondo de mí para enfrentarlo sin temor, pero con tristeza, al ver al joven de mis sueños transformado en ese hombre cínico.
- Puede hacer lo que quiera con el cuaderno, ya no es mío, con su permiso- mientras salía de la habitación, pasaban por mi mente los recuerdos de mis sueños y de las fantasías en donde todo era perfecto, en mundos sin principio ni final, sin tiempo y espacio, donde nadie me lastimaba, pensando en el día que lo conocería, ese día llegó, y desmoronó cada uno de ellos, por desgracia, la realidad era más dura de lo que jamás imaginé...
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